Después de los días que han pasado hay algo que aún me sigue rondando por dentro, así que hay os lo dejo. Un beso a tod@s

Si debiera quedarme con un momento del viaje que me impactó, que me dolió y que aún hoy siento dentro como una mala sensación retrataría Srebrenica. Si quisiera retratar Srebrenica ahora, os traería el rostro de aquella anciana, que vio como le mataban la familia ante sus propios ojos, por que si hay algo que yo nunca olvidaré son aquellos ojos. Y los que allí estaban conmigo saben de qué hablo. Aquella pobre mujer que ya nada espera de la vida más que morir, aquella mujer muerta en vida, si algo me quedó grabado en la retina para siempre fueron las lágrimas de aquella anciana, superviviente a la locura y sin embargo derrotada por la barbarie de una sinrazón, una venganza cobarde.
Sin tan siquiera poder acercarme a comprender todo ese dolor quiero dejar escrito este grito en sincero homenaje a todos los que lo sufrieron y sobretodo a las que lo siguen sufriendo.

Srebrenica 8372

Un pueblo gris y pobre,
donde los perros pueblan las calles dueños de ellas,
existe un recuerdo distante entre la locura y la vida,
a poca distancia de la esperanza, invisible,
que por alguna extraña razón esta no se deja ver.
Una tragedia separa la esperanza del hambre,
del dolor y de las heridas que no cicatrizan.

Un mareo cercano a la náusea,
ante el dolor de las paredes,
los llantos que aúllan en el suelo,
el color de la tierra que guarda la sangre,
en el acero aún se intuyen los gritos
y en la hierba se siente vivo el recuerdo.

Ocho mil tumbas yacen en Srebrenica
ocho mil heridas que no cicatrizan
y en el recuerdo un solo sentimiento

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Caminar sin rumbo entre las tumbas en una calma inquieta,
entre un silencio roto por el ir y venir de los coches
ajenos al dolor que supura la tierra,
un lugar de paz incómoda ajeno al girar del mundo
monumento a la memoria de la muerte
donde la lluvia cubre con su manto el mármol
y el sol se esconde por vergüenza ajena
de lo que un día presenció.

Ocho mil lápidas, muchas vacías,
ocho mil heridas que no cicatrizarán
y en el recuerdo un solo sentimiento

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Un dolor que no se de donde viene
la locura invisible de una venganza
una historia sin compasión
ocho mil tumbas yacen heridas
ocho mil heridas que aún duelen
y en el recuerdo un solo pensamiento

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A mi ya no me quedan fuerzas
cuando aún no terminé de escribir este grito
inimaginable se me hace el dolor de miles de gargantas,
incomprensible se me hace el grito de miles de personas
hacinadas en la fábrica esperando un incierto futuro
lleno de rabia y odio, cargadas las pistolas de venganza.

La fábrica. Esa maldita fábrica.
A poco metros queda la locura,
difícil se hace vislumbrar la esperanza
aún donde un día existió,
y se truncó por una orden
que se perdió por los teléfonos,
una retirada cobarde y sin compasión,
la masacre, la huida, la muerte.

Fue entonces cuando el cielo se nubló en Srebrenica
y en Srebrenica aún no salió el sol.