jueves, 23 de agosto de 2007

Gràcies


Desde bien pequeña, cuando vuelvo a casa de un viaje, siempre suelo hacerlo dormida en la parte trasera del coche. Justo a la entrada de mi pueblo, la fábrica de galletas desprende su olor tan habitual y característico de galleta “maría”, que yo noto inconfundiblemente como “la vuelta a casa”. Así que me despierto conmovida por los recuerdos de cuando era niña. Esta vez, medio grogui de sueño y resaca, ajena a la conversación de mis padres, no iba a ser menos.
Ya en mi Navarra natal, deambulo por casa y me pierdo por las esquinas. Tras una semana salvaguardada en algún rincón del mediterráneo, me doy cuenta de que el eco de mi silencio tendrá algún día que romperse, y me dará por explicar a alguien cómo han sido estos días en Bosnia… Así que ya de vuelta a la realidad, llamo a dos amigas y quedo con ellas para hacer un café y enseñarles los carretes de fotos que sean capaces de soportar. Mis amigas, contentas como siempre de que ‘vuelva a pisar estas tierras, aunque sea por poco tiempo’, no paran de hacer preguntas del viaje. Comienzo a explicar las anécdotas según voy pasando las fotos. Reconozco que me flipo por momentos y esto se parece más a una obra de teatro que a una tarde de café (ya sabéis: “y entonces le exiliaron a EEUU y luego le llamaron del Tribunal de la Haya porque su testimonio…” jajajaj). Poco a poco, las cejas de mis amigas se van arqueando. Mis amigas me preguntan si le di mucho a “la rakia esa”. Mis amigas me dicen que a ver si no es hora de salir de la burbuja en la que estoy metida. Mis amigas vuelven a casa pensando que Andrea se les está yendo de las manos. Pues seguramente.
Conclusión, pues eso, que voy a hacer lo de antes, cuando me preguntaban que qué tal Bosnia y yo contestaba que genial, que muy bonito, muchas fotos y buen tiempo.
Cuando me da por preguntarme qué hago en Barcelona, o porqué no tengo las mismas inquietudes que la gente con la que he convivido toda mi vida. Cuando por el contrario, me siento tan próxima a tanta gente que tan poco conozco. Cuando me doy cuenta de que, a fin de cuentas, la vida es un camino lleno de paradojas…
Pero ahora ya no me importa. Esta vez tengo cómplices…
Mil gràcies.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

jolin sin palabras,puedes enseñarles esto q acabas de contarnos, y seguro q ellas tambien quieren sentir asi.

un beso guapa.

jooo esta foto no la recordaba.gracias a ti.

Anónimo dijo...

no podrías haber expresado mejor lo que yo también siento. Nos vemos en la cena, que ilusión que al final puedas venir!!

un beso

Anónimo dijo...

M'agrada ser el teu còmplice i el de 20 persones més. I crec que has trobat la paraula més adequada pel que sento per tots vosaltres: complicitat. I això és el que va generant en amistat, però sobretot complicitat.

Un gran text Andrea, un petó!

gerard